martes, 8 de julio de 2014

Profundo sufrimiento

Allí me encontraba, con el tedio de la espera. Ya hacía varias horas que aguardaba allí sentada. Sin pronunciar palabras. Mirándonos las caras unos a otros. Con el retumbar del televisor en lo alto de la pared. Único monólogo del lugar.

En eso, cuando ya ni sabía qué hora era, interrumpió mi hipnosis con la nada, la entrada de un ser escuálido, ojos verdes, ropa vieja y holgada en tonos cremas amarronados,  aunque limpia. Rostro recién afeitado con rasgos de noche, o de desorden de la vida. Cabello ondulado y exacerbado con un evidente batido.

Cuando entró, sus suaves gestos me llamaron la atención. Colgaba de su hombro izquierdo un bolso de cuero marrón. A primera vista, me pareció de mujer. Luego, corroboré. Era un bolso de mujer. Sorprendían sus modales femeninos. Si bien, ver hombres afeminados, a los que respeto y acepto, es común hoy por hoy. Sin embargo aquella mirada triste nunca la vi. Algo hacía que yo no pudiera dejar de mirarlo. No era curiosidad sino "un percibir de un llamado, un grito sin sonidos, Como si mientras más lo mirara, más posibilidades tenía de deducir un misterio.

Traté de no ser tan evidente. Pensé: ¿que veo? ¿qué hay de extraño?. Ahondé.....

Posteriormente me contesté:  
- Veo a un hombre que había olvidado su esencia inicial. Que íntegramente se sentía otra persona. Lo ansiaba profundamente, cómo saber por qué razones. También vi un profundo sufrimiento en una vida de muchas y grandes necesidades.

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