miércoles, 18 de junio de 2014

Narración

...NUEVAMENTE EL SOSIEGO

Siempre supo escuchar las sensaciones que el exterior le causaban a su ser. De ellas se alimentaban sus escritos. Apuntes que se multiplicaban en pilas de cuadernos.
Pero, si a lo que se siente, le agregamos batería de recuerdos, éstas, se vuelven  más fuertes, más  densas y más vigorosas.

Ese lugar ilustre, donde estudiara veinte años atrás, hoy la veía aparecer nuevamente. Qué placer pasar por aquel especie de túnel de cemento poderoso, silencioso y sabedor de secretos. Con hojas secas en los bordes llegadas hasta allí tras cien mil  vueltas con el viento. Hartas y mareadas, encontraban su refugio en ese corredor. En cuyo techo los automotores inscribían su bramido y luego, otra vez el mutismo del espacio.

Caminaba, y junto a ella, se oían otros pasos, aunque más débiles, eran indiscutibles. Miró para todos lados, pero no vió a nadie. Sin dar demasiada importancia, siguió su andar evocando aquellos años. Era inevitable no hacerlo. Ese sitio, aunque más deteriorado que antes, conservaba la esencia.
Su clima, su cielo de un particular turquesa, los pájaros improvisando cantinelas entre las exuberantes ramas. Su estilo tan diferente, su paz.....y nuevamente el sosiego.

Se vio de repente, en aquel tiempo, veinte años atrás, con dieciocho años. Pulsando la vida a borbotones, mezcla de inocencia y aprendizaje.....soñando un sin fin de situaciones, Con un futuro a estrenar.
Se vio, en entusiasmo sin fin, en su ser siempre sociable y con temores que hoy ya había superado. Aunque con un alma heridaLesión herida esta, que aquella muchacha, por esos años, ni sospechaba que iba a tener un día.
Siguió avanzando. Volvió a sentir pasos a su lado, mas no advirtió a nadie. Ella sola iba por ese pasaje que se le presentaba con destellos de intelectualidad, de sabiduría y de genialidad. Olor a páginas amarillentas leídas por innumerables pupilas infinitas veces y  voces estrepitosas dentro de  los muros señoriales. Algo místico muy fuerte. Siempre lo había sentido así, solo que ahora lo exacerbaban las vibraciones de sus remembranzas.

Ya estaba subiendo las escalinatas de la entrada. A los costados, el exquisito olor de los tilos. Desde allí se oía el murmullo de los estudiante y profesores en afán de saber, en pugnas para alcanzar sueños, forjando camino y futuro renovado. Ella, lo sabía. Lo había vivido.

Subió, junto a ella...pasos. Observó, iba sola. Entró...todo estaba igual, sólo cambiaban  las personas.
Lo que ahondaba la sensación de estar en aquellos años.
Se sentía tan animada, tan entusiasmada y tan feliz por volver a estudiar.
Se detuvo  para examinar minuciosamente el sitio, no le importaba que la miraran. En su bolso llevaba sus libros y sus anotadores. Miró las aulas, las pizarras, los pupitres, los amplios ventanales proporcionando luz natural. Sí, cómo un fantasma, pudo ver su propia rostro cuando era una adolescente allí en el tercer banco, como entonces en gesto de concentración. Todavía faltaba una hora para dar comienzo a su primer clase en esta segunda oportunidad que le daba la vida. Aprovecharía esos sesenta minutos para ir al baño. Dió la vuelta. Otra vez los pasos muy cerca. Pero, nadie próximo.

Ya en el baño. !Cuántos recuerdos! Aquellos baños de notable pulcritud, de amplios espejos y delicados detalles. Lugar donde tantas veces se encontró rezando antes de un examen, o elucubrando junto a compañeras estrategias a seguir para tal o cual tema a presentar.Allí sola, se vio en el espejo, se emocionó...lloró. Luego, dejó sus muletas a un costado.Se apoyó cuidadosamente para no caerse. Sacó un pañuelo del bolso y se secó los ojo. Después de reponerse del impacto, se dirigió a su clase. Cruzó el umbral, salió al pasillo junto a los conocidos sonidos de cuatro pasos.














1 comentario: