A penas si había visto su rostro. A penas un débil destello del hermoso ser que era. Sólo una semblanza que se le presentaba, sólo un débil dibujo fue suficiente para sentir sensaciones fuertes e inesperadas.
Luego, la vida, o el destino, o Dios...la puso en situación importante, frente a frente.
Pero fue de repente, tanto como lo es la aparición de las estrellas una a una el cielo, de manera que nadie se da cuenta y en pocas horas todo el éter está poblado de sus brillos...así fue lo que sintió. Y si algo era seguro, era su luz. La que la obnubiló e hizo estallar el corazón de a poco.
Pero en un sorbo de conciencia entendió que debía detenerse, y no dar cause a ese torbellino, que hasta aquí debía llegar.
Entendió que en un mundo sin obstáculos, de caminos abiertos y diáfanos, entendió que había una auténtica barrera...la edad.
Siempre había criticado a las mujeres que seducen a jovencitos.
Siempre había dicho que era de mal gusto.
Siempre había pensado que quedaba mal ilusionarse con alguien quince años menor.
Hoy la realidad la ponía de frente a sus propios pensamientos.
Por eso, en ese destello de conciencia, mezcla de temor al ridículo....dijo "no".
Dijo "no" sin palabras. Se dijo, "llega hasta aquí, aun estas a tiempo, aun
no ha pasado nada"
Y frenó la locomotora de pasión, y se quedó con las amargas sensaciones de haber podido amar intensamente.
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